La práctica de ejercicio físico es una excelente opción para ayudarnos en nuestro camino al abandonar el tabaco. Ya de por si es un hábito estupendo para mantener nuestra salud, mejorar el ánimo e incluso promover relaciones sociales si se opta por el ejercicio en grupo.
Tenemos que elegir bien el tipo de actividad para que se ajuste a nuestra forma física, gustos y aptitudes. Natación, baile, tenis, gimnasia, correr, caminar a paso ligero (cansándonos, que acabemos sudando, no vale con ir de paseo charlando...).
Con unas 3 sesiones por semana de aproximadamente una hora de duración de cualquier ejercicio aeróbico sería más que suficiente. En el ejercicio aeróbico (ese que nos quita el “resuello”) tonificamos todo nuestro organismo, incluido nuestro corazón y pulmones, mejorando nuestra capacidad respiratoria.
Al realizar una actividad física se liberan endorfinas que nos hacen sentir bien, liberamos estrés, por lo que es estupendo para combatir la ansiedad del síndrome de abstinencia. Además es muy gratificante comprobar como poco a poco va mejorando nuestra capacidad física. Una vez vencida la pereza inicial el deporte engancha
¡Y como vicio, es mucho más saludable que el tabaco!
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